SIEMPRE HAY UNA PARTE DE MÍ QUE ESTÁ ESPERANDO SER DESCUBIERTA


Y que no conozco. Y que anda por el fondo del fondo. Y que intento reprimir, no vaya a ser que me desestabilice, aunque a las primeras de cambio sale para “incordiarme” porque yo no quiero que esté, que exista, que sea parte de mí. 
Porque se contradice con lo que yo creo que quiero, con lo que yo creo que soy. 
Y así, cuando un amigo me dice que tendría que hacer una vida más sana , que tendría que cuidar la alimentación, exploto y me enfado y le digo que se meta en sus cosas, que no me dé consejos, que no soy un niño, que sé lo que me hago. Y ahí está hablando esa parte de mi ignorada. Y ahí está la ocasión de escucharla para descubrirla. Es esa parte de mi que dice lo mismo que mi amigo y a quien no quiero reconocer. Solo es un fragmento de mí, pero merece ser visto, ser escuchado y, si fuera posible, entablar un pequeño diálogo con él. Porque a lo mejor, quién sabe, nos podemos poner de acuerdo. Y vivir en paz el uno con el otro.

ESTÁS PERDONAD@ POR MÍ

En principio podemos acercarnos al perdón (hablo de un proceso de diálogo interno, de una mirada profunda y honesta) desde dos perspectivas : una que dice, te pido perdón y otra que dice, estás perdonad@ por mí. 
Hoy querría prestar atención a la segunda. Y ahí creo que lo más inmediato y más difícil, probablemente, es perdonarme a mí mism@. 
Sin embargo, es el principio de todo sin el cual muy probablemente no puedo perdonar-ver a l@s demás. 
Y así puedo entrar en un bucle de escrutar y culpabilizar a tod@s l@s que me hicieron, me hacen y me harán daño. 
Con esto se genera un vínculo con el/la otr@ basado en la afrenta sufrida, la rabia que queda, el recuerdo que me golpea y la propia interpretación que hago de lo que creo que sucedió. En la que, por cierto, yo siempre soy la víctima, el justo. O simplemente no estoy. 
Ah!! pero cuando descubres el valor del perdón descubres 
también toda la liberación y el alivio infinito que supone (lo cual no significa que no te hayan hecho daño o que lo justifiques). 
Así puedes soltar el reproche, el rencor, el resentimiento, las ansias de venganza, el pesado pasado, el recuento minucioso de las humillaciones, la insistencia en los recuerdos dolorosos, el afán por sentir vivo el dolor, la introspección del detalle del daño que me hizo. 
De repente puedo soltarlo, soltarlo, soltarlo. Y también soltar al otr@, soltarme a mí. Desencadenarme. Dejarl@ ir. Dejarme ir. Por fin libre.

ENFERMEDAD NO. GRACIAS

A veces, en medio de la noche, me asalta el miedo a enfermar. Así, en abstracto. Pero lo siento. Se me instala en el estómago y allí vive un buen rato. Lo miro y ni siquiera se escabulle. Me planta cara. Lo sigo mirando. Me habla de mi rechazo a la enfermedad, de mí no aceptación de grandes dosis de la vida en general, de la mía en particular. 
No reconozco ni acepto que la enfermedad está en esta vida, que ha estado y puede estar en la mía personal. No quiero que exista. Y la vislumbro terrorífica, inclemente. Me paraliza la vida, rompe mis ilusiones, mi bienestar. Crea problemas. Posiblemente la muerte. Y no hallo soluciones. Intento encontrar salidas: eso, la enfermedad, no está aquí, ahora. No “es” en este momento. Por tanto, vamos a vivir aquí, donde estamos, donde somos. Todo está en mi mente. Voy respirando. Se está a gusto aquí en la cama. Este instante lleno de vida. La enfermedad es parte de la vida, es vida. Ahora no está. Gracias por el inmenso regalo de experimentarme vivo. Me doy cuenta de que me imagino enfermo desde la salud. Ahí no vale: solo si estoy enfermo puedo vivirme enfermo. Y en esa situación nadie sabe qué puede pasar, cómo voy a reaccionar, qué me puede aportar. Poco a poco me tranquilizo. Van pesando los párpados. Vuelve el sueño y con él la plácida sensación de calma.

SIGO


Sigo en el camino. 
El cielo se nubla. 
Y sigo. 
Me agarro a mis resistencias. 
Y sigo. 
El camino se pierde. 
No hay camino. 
Y sigo. 
Me descubro perplejo
en una esquina 
que no existe. 
Y sigo. 
Y el camino surge de nuevo. 
Para no ser más que 
una guía bajo mis pies.

LOS RETOS DE LA VIDA


Dice Eckhart Tolle que no venimos a la vida a ser felices sino a “to be challenged”, es decir, a ser desafiados, a vivir retos. 
Y depende de cómo afrontemos esos retos percibimos la vida de una manera u otra, teniendo en cuenta que de una manera u otra aquí significa de miles de maneras diferentes, con miles de matices diferentes. 
Y, así, en cada desafío tenemos la oportunidad de aprender, de mirarnos, de descubrirnos, de despertar, de aumentar la conciencia…Y también la posibilidad de sufrir porque no aceptamos el desafío o porque no lo entendemos como tal sino como un castigo divino o porque no le encontramos sentido…
Y en cada reto tenemos la oportunidad de experimentarnos como seres humanos en todas sus vertientes, sin que ninguna de ellas sea mejor o peor desde esta perspectiva. Todo es humano. Todo es experimentable. Vamos caminando. Lo cual no quiere decir que tengamos que sufrir o ser infelices necesariamente. Aunque el dolor es tan humano como la alegría. 
Y, sin embargo, cada aprendizaje, cada toma de conciencia va en la dirección de ver y tomarse todo con un prisma cada vez más amplío, más profundo, más sabio…
Esto sirve para nosotr@s y para nuestr@s hij@s. Ayudarles a tener conciencia de todo esto les puede servir infinito. Y a nosotr@s nos puede valer para verlos crecer con otra mirada, sin sentir la sensación de que tienen que triunfar o ser felices. 
Solo, y no es poco, que sean conscientes de dónde estamos y qué hacemos por esta tierra.

2 min

ESTE MOMENTO

“Descubrir que este es el momento más feliz de mi vida. 
Cooperar para que este sea el momento más feliz de mi vida. 
Agradecer que este es el momento más feliz de mi vida. 
Porque no hay otro”.
Y puede parecer un completo disparate, un absurdo. Porque en este momento puede haber rabia, desesperación, dolor, ira, enfado, ansiedad, negación de la vida…elementos que para nada parece que tengan que ver con la felicidad. 
Pero es que no hay otro momento. Y en este está toda la potencia y el asombro de estar vivos. Y estar vivos también es todo esto que nos sucede en este momento. Incluida la negación de este momento. 
Y es que de nuestra mirada sobre este momento, de nuestra actitud, de nuestra conciencia depende nuestro juicio sobre lo que creemos que está sucediendo. Y nuestro juicio sobre el momento determina tantas cosas…
Sin darnos cuenta estamos valorando continuamente lo que nos sucede (o pensamos que nos sucede) en términos de bueno o malo, sobre bases de expectativas y conceptos preestablecidos que nos inducen a pensar en unos términos u otros. 
Pero puede no ser así. Puesto que este es el único momento que existe podemos abrirnos a ver qué da de sí, podemos colaborar con él para que sea bello, aún en su desesperación o en su dolor más profundos, podemos mirarlo con ternura y ser conscientes de que estamos vivos y la vida también es esto. Este momento con todas sus dificultades, matices y crisis. 
En nuestra mirada, en nuestro juicio, en nuestra conciencia de ese momento único que nunca se repetirá, que es lo único que existe, está la felicidad. Es la felicidad.

LA SEXUALIDAD, ESA GRAN DESCONOCIDA

De la que todo el mundo habla y muy poc@s conocen. Yo,desde luego, no. 
Y no es cuestión de haber tenido experiencias sexuales, claro, si no de navegar por sus profundidades desnud@, expuest@, libre, relajad@, entregad@. Y cuando digo desnudo lo digo en todos los sentidos. 
Siempre me ha sorprendido que en una sociedad donde es muy difícil exponer las emociones,dónde constantemente desconfiamos del otr@, parezca tan sencillo quitarse todos los ropajes -físicos y emocionales- para fusionarse íntimamente con otr@.A la búsqueda de lo que suponemos placer: para mí y para el otr@. 
Y ahí nos cae una tremenda losa de angustia: he de satisfacer al otr@ y no sé muy bien quién es ni cómo vive su cuerpo, sus emociones, su estar. 
Y entonces ves una película donde detallan minuciosamente el pulso del deseo y en la que el encuentro sexual es tramitado con una breve secuencia de placer. 
Y confundo el deseo -capítulo aparte para él, demonizado y ensalzado al mismo tiempo en nuestra sociedad- con el sexo. Y me pierdo. Y me entra miedo de cualquier encuentro. Y aún más: cómo le digo que tengo miedo? Que estoy educad@ para demostrar cuán “buen@“ soy en la cama y cómo la/lo satisfago (sin haber hablado NUNCA muy claramente de esto, con NADIE), pero de verdad, NO SÉ. Con toda honestidad, NO SÉ. Si ni siquiera conozco casi mi cuerpo-mente-emociones. 
Y,sin embargo, con este bagaje me encantaría zambullirme íntimamente contigo. Y descubrirte. Siendo honest@. Siendo sincer@. Partiendo del NO SÉ, del tengo miedo. Vulnerables amb@s. 
Ya va siendo hora de salir de la zona oscura para iluminar y llenar de color y alegría ese encuentro. De vida.

7 min

LA RESPONSABILIDAD DE LA FELICIDAD

Dicen que la felicidad es un estado mental, una actitud en la vida. Y, por tanto, es dinámica, se mueve arriba y abajo, adelante y atrás. Y, por tanto, alguna responsabilidad tengo yo en ello. 
Sin embargo, me doy cuenta de que yo no quiero esa responsabilidad. Yo quiero que me den la felicidad: quiero una pareja que me dé felicidad, quiero un@s hij@s que me den felicidad, quiero un trabajo que me dé felicidad, quiero una casa que me dé felicidad, un@s amig@s que me den felicidad, un dinero que me dé felicidad… Y si no me la dan, me hundo en el desamparo y el desconsuelo. Y lucho obstinadamente por que me den la felicidad. Y me pierdo intentando que me den la felicidad.
Y es que tienen la llave de mi felicidad. O eso creo yo. 
Me siento frente al mar de mis lamentaciones e irremediablemente lloro por lo que de ninguna manera puede seguir siendo así. 
La decisión de tomar las riendas de mi felicidad, de mi vida, sobrevuela mis pensamientos. 
Quizás el poder de mi vida, de mi felicidad está en mí. En mi actitud. En mi manera de entender la vida, en mi manera de afrontar sus retos. 
Me quedo en silencio. 
Eso implica dejar de culpar a otr@s. A las circunstancias. A la vida. 
Me siento desnudo, abrumado y poderoso. Nunca lo había visto tan claro. Tiemblo, no sé si dé felicidad.

ATENCIÓN:EL MIEDO INFORMA

  • De que estás percibiendo algo de lo que tú crees que te puede suceder con angustia. (Estoy hablando del miedo a algo imaginado, pensado…consciente o inconscientemente; no a un incendio en tu casa, claro)
    El miedo, ese miedo, es una parte de ti que hace conjeturas sobre el futuro o sobre la oscuridad o sobre la actuación de una persona o sobre tu situación económico-laboral. Consciente y/o inconscientemente. Por eso es tan importante prestarle atención, porque son pensamientos creados por mí.
  • Y no solo porque puedo darme cuenta de que esa parte de mí NO SABE, literalmente, NO SABE -como yo- lo que va a suceder, sino también por ser consciente de cómo encaró ciertas situaciones, cómo las evalúo, cómo interpreto lo que está sucediendo o puede suceder. 
    Y para ser totalmente consciente de que esa interpretación es modificable, intercambiable, desmontable…
    El miedo, nuestro miedo, solo quiere ser escuchado, solo quiere, desesperadamente, informarnos acerca de lo que , según nuestra forma de mirar, puede ser un peligro. 
    Como un viejo amigo que viene en nuestra ayuda -con más intensidad de lo que estamos acostumbrados, es cierto- solo quiere ser escuchado, abrazado, acogido y, a ser posible, irse agradecido. 
    Por eso creo que no es hora de vivir sin miedo, sino que es hora de escuchar el miedo. Y vivir en consecuencia.

Cómo distinguir el dolor del sufrimiento


Parece lo mismo, pero no lo es. El sufrimiento es fruto de una actitud, de una interpretación de lo que te sucede cotidianamente que permanece en el tiempo y te hace llevar una existencia difícil, desconfiar,soportar un gran estrés y estar siempre alerta porque la maldad acecha por todos lados. 
Implica una visión pesimista,sesgada y prejuiciosa de lo que significa vivir. La creencia de que esto no tiene sentido o, si lo tiene, es que la vida,junto con el mundo,produce un sufrimiento continuo y yo soy una víctima que no puedo hacer nada por evitarlo. El dolor, en cambio, viene dado por un hecho concreto que te golpea y te hace sentir con intensidad el desconsuelo, la pérdida,el desamparo. 
O sea, ese suceso lleva implícita una emoción profunda y desgarradora que te viene dada. 
Aunque es cierto que el dolor también puede ser mitigado e incluso vivido de manera completamente diferente según cómo lo recibas e interpretes. 
En definitiva, tener una explicación coherente para la vida que a ti te sirva y ser consciente de cómo interpretas lo que te va ocurriendo permite vivir sin necesidad de cargar constantemente con la losa del sufrimiento y recibir el dolor, y acompañarlo, con una perspectiva que te puede aportar, a su vez, serenidad y más conciencia.