
Tus miedos están empapados de tu inteligencia.
Son tu inteligencia.
Sin ellos la humanidad no hubiera sobrevivido hasta nuestros días.
Ámalos. Cuídalos. Abrázalos. Charla con ellos. Escúchalos. Conoce sus inquietudes.
Y permíteles, también,
Que hagan su camino.
Que vayan a otros lugares. Que habiten a otras personas.
Que aconsejen a otras tribus.
Y tú, permítete vivir en el temor de vivir sin ellos.
Si quieres.
Siempre, al final de las cosas, estás tú, está tu decisión.
De vivir libre.