La verdad que no sé muy bien cuál es. Yo digo, pero a saber, que lo he rechazado porque lo asociaba a lo siniestro, a lo oscuro…; pero también a lo corrupto, causa de la desdicha del mundo; algo que tizna, que no valora al mejor o más noble sino al listo, miserable, avaro, tramposo, explotador…; asociado a la gente “pija”, no a la gente auténtica, buena, sencilla. 
Y, literalmente, no lo he querido. Y,así, cuando lo he tenido lo he gastado inmediatamente ya que tenerlo es malo, corrompe. Preocuparse por él no es algo noble sino pedestre, de seres “densos”, bajos, no “elevados” como yo. Aunque a mí me tiene que llegar -el suficiente, no más- porque soy inteligente, culto, preparado…
Es decir, lo ansío y no lo reconozco. Y me doy cuenta claramente de qué difícil es vivir sin él. 
No tenerlo significa tener que dar un salto de imaginación para poder moverse y actuar. Y, aún así, hay cosas que no puedes hacer. O son muy complicadas. 
El dinero es el invento para poder intercambiar y usar/tener bienes y servicios, o sea, para poder vivir. Y nació para facilitarnos la vida aunque nosotr@s lo hemos complicado porque hemos perdido de vista lo bueno que es tenerlo para compartirlo, moverlo, hacerlo correr, ponerle nuestro sello de hacer las cosas bien, de amor y agradecimiento, de reconocimiento hacia alguien por lo que ha hecho por nosotr@s. Felices de poder pagar, intercambiar, apoyar al otr@, para que pueda seguir la cadena. 
Y tenerlo no indica que eres mejor o peor, sino que puedes vivir aquí, compartir, obtener bienes y servicios…y que puedes decidir cuánto y cuándo lo usas. 
Creo que estoy iniciando una etapa de mucho más respeto y consciencia hacia algo que ha servido y sirve hasta ahora para organizar nuestra sociedad. Y que, probablemente, en algún momento dejará de servir. Pero ahora es así. Y es importante saber que la vida apoya este fluir porque, aunque parezca lo contrario, el dinero no es de nadie y es de todos. Si es que existe.,.