
- De que estás percibiendo algo de lo que tú crees que te puede suceder con angustia. (Estoy hablando del miedo a algo imaginado, pensado…consciente o inconscientemente; no a un incendio en tu casa, claro)
El miedo, ese miedo, es una parte de ti que hace conjeturas sobre el futuro o sobre la oscuridad o sobre la actuación de una persona o sobre tu situación económico-laboral. Consciente y/o inconscientemente. Por eso es tan importante prestarle atención, porque son pensamientos creados por mí. - Y no solo porque puedo darme cuenta de que esa parte de mí NO SABE, literalmente, NO SABE -como yo- lo que va a suceder, sino también por ser consciente de cómo encaró ciertas situaciones, cómo las evalúo, cómo interpreto lo que está sucediendo o puede suceder.
Y para ser totalmente consciente de que esa interpretación es modificable, intercambiable, desmontable…
El miedo, nuestro miedo, solo quiere ser escuchado, solo quiere, desesperadamente, informarnos acerca de lo que , según nuestra forma de mirar, puede ser un peligro.
Como un viejo amigo que viene en nuestra ayuda -con más intensidad de lo que estamos acostumbrados, es cierto- solo quiere ser escuchado, abrazado, acogido y, a ser posible, irse agradecido.
Por eso creo que no es hora de vivir sin miedo, sino que es hora de escuchar el miedo. Y vivir en consecuencia.