Parece lo mismo, pero no lo es. El sufrimiento es fruto de una actitud, de una interpretación de lo que te sucede cotidianamente que permanece en el tiempo y te hace llevar una existencia difícil, desconfiar,soportar un gran estrés y estar siempre alerta porque la maldad acecha por todos lados. Implica una visión pesimista,sesgada y prejuiciosa de lo que significa vivir. La creencia de que esto no tiene sentido o, si lo tiene, es que la vida,junto con el mundo,produce un sufrimiento continuo y yo soy una víctima que no puedo hacer nada por evitarlo. El dolor, en cambio, viene dado por un hecho concreto que te golpea y te hace sentir con intensidad el desconsuelo, la pérdida,el desamparo. O sea, ese suceso lleva implícita una emoción profunda y desgarradora que te viene dada. Aunque es cierto que el dolor también puede ser mitigado e incluso vivido de manera completamente diferente según cómo lo recibas e interpretes. En definitiva, tener una explicación coherente para la vida que a ti te sirva y ser consciente de cómo interpretas lo que te va ocurriendo permite vivir sin necesidad de cargar constantemente con la losa del sufrimiento y recibir el dolor, y acompañarlo, con una perspectiva que te puede aportar, a su vez, serenidad y más conciencia.