La paz es la aceptación profunda de este momento. Con todo lo que trae. Incluida la no aceptación de este momento, el enfado con este momento, la negación de este momento.
La conciencia de que esto ocurre es necesaria para para poder aceptar lo aceptable y lo inaceptable para mí.
Cuando acepto lo que está sucediendo, cuando lo reconozco y lo admito, empiezo a estar sintonizado con la vida.
Cuando no, se dispara el miedo a que ocurra lo que está ocurriendo y lo que yo creo que va a suceder.
Cuando no, se dispara la rabia y la frustración porque pasa lo que no tendría que estar pasando.
Cuando no, no veo ni tengo energías para poder encontrar salidas, soluciones o nuevas posibilidades que no había contemplado antes.
Cuando acepto la vida en este instante (incluida su no aceptación) me hago consciente de lo que ocurre, me hago consciente de mí mismo luchando contra la vida, contra lo que ocurre, en un acto de negación y no de afirmación que me permitiría ver la vida de otro modo.
Porque al final está nuestra concepción de lo que es la vida, la negación de la muerte, la creencia de que esto no tiene sentido, de que hay que estar alerta porque si no la vida te destruye.
Incapaces de columbrar, de sentir toda su armonía.
Que se desborda sin fin.
