Leído en “Un mundo nuevo “ de Eckart Tolle:
“…Nadie puede atravesar la infancia sin sufrir dolor emocional.”
“Incluso si ambos padres estuviesen iluminados, te descubrirías creciendo en un vasto mundo sin conciencia.”
Muchas veces los padres nos encontramos en situaciones en las que vemos sufrir a nuestr@s hij@s y queremos como sea remediar su dolor. Y no podemos. 
Entonces su dolor se transforma en nuestra angustia, nuestro miedo. 
Y empezamos a acumular culpabilidades, a buscar justificaciones, a intentar encontrar enrevesadas causas de por qué sufren. 
Los queremos felices. 
Pero parece ser que vivimos sin conciencia del mundo en que estamos. Del funcionamiento de la vida. Llena de paradojas. 
Según Tolle, también en este capítulo del libro (Individual y colectivo) no solo crecemos con estos retos de dolor y sufrimiento individuales, sino que también cargamos con el dolor de guerras y violencias que habitan en el inconsciente colectivo. 
Pero, según él, nunca se puede decir qué es mejor o peor: si haber vivido con intensidad estas situaciones o todo lo contrario porque, en ocasiones, cuando llegamos a adultos el propio sufrimiento nos empuja a adentrarnos en el mundo de la conciencia y el auto -conocimiento para intentar sanarlo. 
En cualquier caso, saber que -como hij@s- nuestros padres nos acompañaron en un camino en el que ,de todos modos, había sufrimiento. 
O -como padres- saber que nuestr@s hij@s van a tener que encarar pruebas donde se van a encontrar -sí o sí- con el miedo, el dolor…cambia bastante mi percepción y me plantea que, si algo puedo hacer, es acompañarl@s con todo el amor y la conciencia que pueda y sepa. Y no dejar de mirarme a mí mismo para que mia propios miedos y angustias no supongan una carga añadida en su camino, sino un descubrimiento conjunto del inmenso discurrir de la vida. En un aprendizaje mutuo.