Damos por supuesto que la visión del mundo que tenemos (si es que somos conscientes de ella, en su totalidad o parcialmente) “es lo que es”. Es decir, con una frase que ahora se utiliza mucho, esto es lo que hay. Cómo si fuera objetiva, inamovible, monolítica, inherente a la vida, predeterminada, basada en criterios racionales, sensatos y ciertos (que han determinado personas sabias y anteriores a mí, gente con experiencia). Y casi nunca somos conscientes de que nos la hemos engullido enterita casi sin darnos cuenta, sin mirarla, sin observarla, sin cuestionarla, sin preguntarnos si eso de verdad es así o podía ser de otra manera. Nos aferramos a ella porque nos da “una” explicación del mundo y de nosotr@s mism@s. A pesar de eso (o por eso), muchas veces nos encarcela, nos oprime, nos obliga a vivir de una manera muy concreta. Y sin saber que si hago algo tan sencillo (y complicado a la vez, por nuestra resistencia) como puede ser el hecho de mirar nuestra visión de la vida desde otra perspectiva (quizás más liberadora), pero sobre todo, desde la conciencia de que hay muchas posibilidades, de que hay muchas visiones de vida (y l@s human@s sabemos tan poco…) es muy probable que sintamos una gran liberación y otra paz diferente a la que hemos vivido hasta ahora. Porque,de golpe, el mundo es otro. Y mi vida está llena de posibilidades.