La decisión de ser libre. 
De mi continua pulsión por sentirme víctima, el bueno. 
De mi apego al sufrimiento, a una visión de la vida y de mis relaciones catastrófica. 
Libre, de la creencia de que la vida no tiene sentido y la muerte es un disparate. 
Libre de la convicción de que el tiempo pasa y me quema en un fluir lineal que obvia este momento presente. 
Libre de la queja continua y el agradecimiento condicionado. 
Libre del esfuerzo ciego y la autodestrucción constante. 
Libre de verme en el terror cotidiano y pensar que no puedo hacer nada. 
Libre de ese personaje que hay en mí que me arrastra hacia el abismo y la desesperación. 
Libre para compartir y amarme con ese personaje en esta vida llena de matices, colores, subidas y bajadas. 
Profundamente vivo. Humano. 
Consciente de que puedo tomar esa decisión en cualquier momento, de cualquier modo. 
Hoy mismo.