
Cuando me siento escaso busco a alguien o algo que colme mis supuestas necesidades.
Evidentemente, nadie ni nada las puede colmar.
Por un lado, porque son “supuestas”necesidades, es decir, yo me las creo (en el sentido de crearlas y de creérmelas también) y, de verdad, no son “necesidades” sino mi creación.
Por otro lado, las necesidades creadas nunca acaban de estar satisfechas. Y si lo estuvieran, crearíamos otras inmediatamente.
Porque, en el fondo, de lo que se trata es de organizar de tal manera la vida que consista en tener una serie de necesidades que se van colmando (o no) y entonces, solo entonces, podamos ser dichos@s, “estar satisfechos “.
Aunque, nunca ocurre. Y desde esta visión caemos constantemente en la decepción e, incluso, en la desesperación.
Sin embargo, hay otras maneras de ver la vida, de entenderla: si parto de que no soy ni estoy escaso, si parto de que la vida es completa así, vida.
Si aspiro a vivirla tal como viene, embarcándome en ella, abrazándola, agradeciendo su ser, siendo consciente de que aporta “lo que realmente necesito”sin tener que exigirle satisfacciones o necesidad a cubrir.
Entonces, desde esa perspectiva, puedo relacionarme con el mundo y con el/la otr@ en una sintonía diferente: si sé que el/la otr@ vive en la vida misma sin tener que exigirle nada diferente a ser vida, es decir, vive en sus fundamentos de vida (aunque no lo sepa) sé también que en esa situación no necesita que yo le colme nada porque vive en plenitud de vida.
Y, por tanto, puedo ser yo mism@ y no necesito tampoco que el/la otr@ colme mis necesidades.
¡¡¡¡¡Qué fuerte!!!!!, ¿no?