
La vida no pierde plenitud en ninguna de sus expresiones. Y todas son plenas igualmente. En cualquier caso. En cualquier circunstancia. Todo es vida. No puede haber más vida o menos vida en un lugar o en otro. Hay vida o no la hay. Y si hay vida esta es plena, completa. No puede ser de otro modo.
Sin embargo, constantemente pensamos (prácticamente tod@s) que nuestra vida no es plena. Que la del otr@ sí. Que nos hemos equivocado. Que no hemos tomado el camino correcto. Que si hubiera hecho aquello o lo otro, entonces sí sería plena. Que en el futuro lo será, pero ahora no. Que en el pasado hubo un momento (que creo recordar muy bien) donde fue plena, pero ahora no.
Y, claro, mi vida no es plena por (a causa de, por culpa de…) mi pareja, mis padres, mis herman@s, la sociedad,
el gobierno, la falta de dinero, la falta de oportunidades…
Y viene alguien a decirnos que no, que la vida es plena en cualquiera de sus expresiones y que nosotr@s somos una expresión de vida y por tanto plenos.
No puede ser. Lo veo clarísimo: no todas las vidas son iguales.
No obstante, también veo con claridad que hay vida o no hay vida, sin grados.
Algo falla. Quizás nuestra mirada.
En todo caso, estamos vivos. Hoy. Un día más. Una vez más. ¡¡¡Qué misterio !!!!