
Es la oportunidad de vivir lo que estás viviendo, lo más consciente posible, entregándote a esa situación, agradecido aun enfadado o rabioso o iracundo o desesperado. Sin esperar que esa actitud vaya a traer la solución. Solo vivirla. Ir con la vida. Subir y bajar con ella. Ir pegadito a ella, sin alimentar la sensación de ser víctima de nada, solo estar viviendo lo que en algún momento decidiste que ibas a vivir, que tenías que vivir para sentir, descubrir, aprender, tomar conciencia, e incorporarla, integrarla, hacerla tuya.
Así, no soy una víctima, no soy un desgraciado, no soy culpable, no me lo merezco o dejo de merecérmelo, no me tiene manía la vida y no tengo por qué quedarme todo el tiempo en esta situación.
Soy la vida que siempre cambia y nunca cesa.