
Hay un pétalo granate sobre mi mesa.
Debe de haber entrado volando
y se ha quedado aquí
a dormir conmigo,
a vivir conmigo.
Vivir en el mejor de los sentidos,
en el más amplio de los sentidos.
Vivir. Compartir mi mesa.
Recibir mi mirada,
descansar sobre el papel que lo recibió y que hoy lo acoge.
Ese pétalo representa todo lo que hay de vida y no es humano.
Y que no es estrictamente cemento o asfalto.
Representa otra mirada
donde yo no soy el único ni el rey.
Donde hay millones de seres
con millones de existencias,
con millones de caminos,
con millones de miradas.
Y yo soy solo, y nada menos, que uno de ellos.