Cuarenta soles colman 
una raya
de deslumbrante verde;
y todos los mares
y sus azules
se convocan para lucir
una tarde cegadora.
Como si fuese así 
de sencillo vivir, 
o dejarse vivir, 
y ser al mismo tiempo
espectáculo y luz y agua
y quietud y alegría 
y un surco 
de espumas blancas, 
ignorantes de donde habitan,
si en el cielo o en el mar,
DE TAN PEGADITOS 
COMO ANDAN.