
Nada me estaba amenazando
Sin embargo, yo albergaba esa sensación.
El mundo era injusto.
O quizás la vida.
Es mucho decir la vida.
Qué sabía yo de ella?
Solo mi juicio.
Es decir, una crítica tras otra.
Me detuve a contemplarme atentamente y las circunstancias, que yo creía ciertas y seguras, se fueron deshilachando como una torre de algodón.