Qué desgarro: vivir sin certezas, obvias!
Detenerse un instante.
Observar el momento. 
Naufragar la mirada.
Cosechar el instinto.
La pasión, quizá, se desboca.
Hay un alud de pensamientos.
Alguna emoción errante.
Un trastorno.
Un pequeño cataclismo.
Una respiración profunda.
Parece que todo se consuela.
Lentamente.
Emergemos a otra mirada de la vida.
Es decir, a otra vida.